Entre el 5to y el 3er piso
Alejandra era una enfermera que trabajaba en el cuarto
piso de aquel gran hospital, pero esa tarde cambiaria su rutina de trabajo,
ella llevaba muchos meses cruzándose con aquel médico que le gustaba pero no se
atrevía a hablarle.
-“Carlos, así se llama- le dijo
Cristina su compañera cuando Alejandra se perdía viéndolo mientras pasaba.
Carlos era alto delgado atractivo
piel morena clara, manos delgadas y grandes, cabello negro y lacio, de sonrisa
bonita y ojos penetrantes que cuando veía a Alejandra sonreía inmediatamente
saludándola, Carlos no tenía tapujos y decía las cosas de golpe. En una ocasión
le dijo a Alejandra que estaba como quería mientras hacían fila para la comida.
Aquella tarde Alejandra y Carlos
se cruzaron varias veces cuando atendían a los pacientes y se sonreían
constantemente uno al otro.
-“Señorita”- Dijo Carlos.-“Ya le
dejé las indicaciones médicas del paciente 4”.
-“Ahorita las veo doctor”- dijo
Alejandra saliendo del cuarto de los pacientes que estaba atendiendo.
Cuando Alejandra salió al pasillo
un hombre moreno que llevaba gorra llego a la central de enfermería preguntando
por un medico pero las enfermeras que estaban allí le dijeron que esa persona
no se encontraba, el señor enojado saco una pistola y comenzó a disparar a las
enfermeras terminando con su vida, cuando el señor vio a Alejandra le disparó
pero ella alcanzo a moverse pero no pudo evitar que la bala rozara sus
costillas solo rozando su piel y dejándola tirada en el piso del pasillo, un
guardia de seguridad disparó a quemarropa al asesino quitándole inmediatamente
la vida.
Alejandra rápidamente se levanto
e intentó auxiliar a sus compañeras que estaba en el suelo pidiendo ayuda a
gritos, Carlos rápidamente salió del cuarto para ayudar pero al ver a las
victimas no podía hacer mas, ella seguía empeñada intentando resucitar a sus
compañeras mas ya era imposible, Carlos tomo a Alejandra por la cintura y la
levantó diciéndole que su esfuerzo era en vano ya que todos habían muerto,
Alejandra estaba histérica y lloraba así que él la llevo al consultorio que
estaba cerca.
Cuando el médico aparto sus manos
de ella se percató que sangraba y le pregunto si estaba herida o era sangre de
sus compañeras. Alejandra se levanto la filipina y se dio cuenta de que tenía
una herida.
-“Quitate la filipina”-Dijo
Carlos- “voy a suturarte”
Carlos fue por el equipo de
curaciones para atender a la chica. Ella se acostó en la camilla y él empezó a
darle unas puntadas en la herida, el chico jamás había visto la blanca y
delicada piel de ella entonces decidió grabarse en la mente uno de los lunares
que tenía en la espalda, cuando terminó la chica sin decir una palabra se
levantó y se dirigió a cuarto donde los médicos descansaban, Carlos la siguió.
La enfermera entro al cuarto y ni
siquiera se preocupó por cerrar la puerta solo se limito a dejarse caer al piso
y llorar a grito abierto sin poder dar crédito a lo que acababa de sucederles a
sus amigos y compañeros de trabajo, afuera ella escuchaba que habían llegado
médicos y enfermeras para lidiar con los cuerpos, pero ella seguía sin aceptar
el suceso.
Carlos se agacho para estar
frente a ella y la tomó entre sus brazos sin decir ni una palabra esperando que
ella se desahogara completamente, a veces solo decía “ya pasó” y otras
acariciaba su cabello con sus suaves y largas manos.
La chica empezó a tranquilizarse
y le dio las gracias al hombre que la había ayudado, en el transcurso de la
noche todo se tornó más agobiante pues entre interrogatorios y declaraciones de
las personas sobre lo sucedido hacia ellos les impidió que volvieran a estar
juntos para charlar o cruzar una palabra de aliento entre los dos.
Esa noche cada uno volvió a su
respectivo hogar sin poder dormir.
Se decidió que al 3er día les
darían sagrada sepultura a los cuerpos y durante esos días Alejandra y Carlos
no supieron nada uno del otro.
El día del entierro ya en el
cementerio la chica estaba desconsolada dando el ultimo adiós a su amiga que
tanto quiso, buscó desesperadamente a aquel medico de la sonrisa bonita y
mirada penetrante pero sus ojos jamás lo encontraron, Alejandra esperó hasta
que cada compañero y familiar se fuera de la ahora tumba de su amiga para así
ella poder despedirse libremente después de 1 hora se vio sola y le contó todo
a aquella tumba fría al terminar respiró hondo y se quedó viendo el epitafio
que ahora invocaba el nombre de su tan querida amiga, una mano larga y delgada
tomo la fría blanca y pequeña mano de la chica, ella giró la cabeza y al ver
aquel alto y moreno hombre sonrío inesperadamente.
-“Siento no haber estado por aquí
cerca”-dijo Carlos-“Como va tu herida?”-
-“Mejorando”-
Carlos había planeado durante 3
días ese momento pero no sabía como hacerlo sin que fuera incomodo o mal
interpretado, se acerco a Alejandra la beso en la frente y diciéndole al oído
pronunció las siguientes palabras- “lo quiero todo y nada contigo”.